Escogidos Para Alabanza de Su Gloria
Sermón de Pastora Patricia
Escogidos para alabanza de su gloria... Bendiciones hoy en este gran día. Tengo en mi corazón una pregunta. ¿Qué pensamiento le viene cuando mira al cielo o cuando ve el horizonte al ponerse el sol? De seguro, usted ha de pensar, “¡Qué admirable todo esto!” Nuestra mente finita no logra entender la grandeza de todo lo que el Señor ha creado. Cuando vemos en la noche el cielo lleno de miles de estrellas, eso debería de mantenernos asombrados de todo lo que el Señor creó.
La Palabra nos habla de que el nombre de nuestro Dios es imponente, que hizo todo lo que vemos y lo que no podemos ver. Más de dos mil millones de galaxias que existen, miles de estrellas en el firmamento, y a todas dice la Palabra que el Señor las conoce por su nombre— cosas que no logramos ni imaginarnos— y el gran Dios nos maravilla con todo lo que Él creó. Pero entre todo lo que el Dios Poderoso hizo con su Palabra, nos hizo como su mejor obra de arte, porque nos creó a su imagen y semejanza, el hombre que fue creado para un solo propósito y es de exaltar su nombre y darle alabanzas al Rey. Vamos a ver que nos dice la Palabra en Salmos 8:1-4.
“Oh Señor, Soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra! ¡Has puesto tu gloria sobre los cielos! Por causa de tus adversarios has hecho que brote la alabanza de labios de los pequeñitos y de los niños de pecho, para silenciar al enemigo y al rebelde. Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto: ¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano para que lo tomes en cuenta?”
¡Bendita promesa de nuestro Dios! Que Él nos ha escogido. ¡Qué privilegio nos ha dado el Señor habernos escogido para que seamos los vasos de donde va a brotar la alabanza que Él usa para silenciar al enemigo!
¿Qué es el hombre? ¿Quiénes somos para que el Señor nos quiera usar como sus instrumentos? Y así como el salmista está asombrado de la grandeza de nuestro Dios y maravillado al ver la majestuosidad del Señor y de su magnificencia, así también nosotros que hemos sido creado por el Señor y que entendemos que de Él proviene todo, debemos siempre de estar maravillados de todo lo que el Señor ha hecho. Pero sobre todo de que Él nos hizo con un gran propósito.
Este salmo está describiendo que el nombre del Señor es imponente. ¿Qué significa esta Palabra? Que impone admiración, que impone sorpresa, miedo, o respeto por su magnitud, majestuosidad, grandioso e impresionante. ¡Aleluya! El nombre que es sobre todo nombre causa admiración por todo lo que Él ha hecho, causa miedo o respeto por su magnitud y su majestuosidad a aquellos que ya lo han entendido que Él lo creó todo.
Dice la Palabra que todas las cualidades invisibles, su eterno poder, se han percibido de modo que nadie tiene excusa. Sino es el Señor el motivo de nuestra admiración entonces no habrá excusa cuando venga el pago de aquello a quien admiramos. Y la pregunta es: ¿A quién hoy estamos admirando?
¿Cuál es el ídolo que nos causa admiración? ¿Serán nuestros hijos, serán las posesiones, será el dinero, será el trabajo, será nuestra familia? Porque siempre en el corazón hay alguien a quien estamos adorando. Si no es Dios, entonces hay un ídolo y no habrá excusa dice la Palabra, porque las cualidades del Señor se perciben en todo lo que Él ha creado.
¿Cómo el salmista pudo darse cuenta de que el nombre del Señor es imponente? Porque él comenzó a conocerlo, porque cuando él estaba en el campo y le tocaba cuidar las ovejas y el miraba al cielo en la noche, él se preguntaba: ¿Qué es el hombre? ¿Cómo es Señor que nos has puesto en todo lo que tú has creado, habiendo tú creado cosas tan maravillosas y tan grandes, nos escogiste a nosotros para mostrar tus maravillas? ¡Aleluya! Y también él pudo conocer su poder, porque cuando venía un oso o un león, él nunca hubiera podido salvar las ovejas que él cuidaba, pero él pudo percibir el poder sobrenatural. Cuando el siendo un muchacho de corta edad, pudo vencer al león o al oso y así librar a sus ovejas. Y hoy es lo mismo— viene el león a querer destruir nuestras familias. Viene el león a querer destruir nuestros hijos, las ovejas que Él ha puesto a nuestro cuidado. Pero cuando nosotros comenzamos a vivir por la Palabra y a proclamar sus maravillas y nos sometemos al Señor, dice la Palabra que el león tiene que huir. ¡Alabado sea nuestro Dios!
Vemos a David, ya adulto danzando con todas sus fuerzas y diciéndole a su esposa que lo estaba viendo mal por lo que él hacía. Él le dijo, “Me rebajaré delante de la presencia del Señor, porque me escogió a mí para propósitos grandes,” y por eso siempre estaba alabando al Señor, y él pudo entender que la fortaleza que en ella se percibía era grande. Por eso, no nos quedemos quietos; gocémonos y alegrémonos delante de aquel que nos amó porque los propósitos para su vida son grandes. ¡Aleluya!
Dice la Palabra que no hay otro nombre en el cual podamos ser salvos, así que el Señor nos enseña aquí que el poder es de Él y que usará la debilidad del hombre que creó para mostrar su gloria y fortaleza. El salmista que era un muchacho cuando cuidaba las ovejas, y aun así él pudo conocer el poder de nuestro Dios que ha perfeccionado la alabanza, porque el enemigo se levanta para que los escogidos no reciban esa vida abundante prometida en la Palabra. El ladrón solo vino a robar, matar, y destruir; pero el Señor— ¡aleluya!— vino a darnos vida y vida abundante.
Las armas con las que luchamos, dice la Palabra que no son de este mundo, sino que son poderosas para destruir lo que se levanta contra el conocimiento de Dios. Y esta es la Palabra de Dios; este es el conocimiento que Él trae a su pueblo para que nosotros podamos entender que no es con nuestra fuerza, ni con nuestro poder, sino con el Santo Espíritu de Dios. Y en este tiempo el Señor está levantando jóvenes para mostrar que hay una mejor vida en Él, jóvenes que se gozan en la presencia del Señor y que hoy, muchos están decidiendo como Daniel, que a sus 16 años decidió no contaminarse y vivió para agradar a Dios. Y el Señor lo levantó y llegó a ser el segundo en el gobierno, porque Dios estaba con él.
Mateo 21:14-16, “Se le acercaron en el templo ciegos y cojos, y los sanó. Pero cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley vieron que hacía cosas maravillosas, y que los niños gritaban en el templo: « ¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron. ¿Oyes lo que esos están diciendo? —protestaron. —Claro que sí —respondió Jesús—; ¿no han leído nunca? ‘En los labios de los pequeños y de los niños de pecho has puesto la perfecta alabanza’? »”
Los jefes y los maestros de la ley vieron que hacia cosas maravillosas y se enojaron. Lo mismo sucede hoy, que el enemigo cuando ve que el Señor a través de uno de sus siervos está trayendo libertad, está haciendo maravillas; se levanta a tratar de callar, pero la Palabra del Señor se seguirá oyendo de muchas formas para traer libertad. ¡Bendito nuestro Dios!
Entonces los religiosos le dijeron a Jesús, “¿Oyes?” Porque la religión no se basa en la alabanza al Señor que trae libertad y que rompe cadenas interiormente, sino en aquellos actos externos de tradiciones que mantienen esclavizadas a las personas. Por eso, la Palabra dice, “este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí.” Y cuando el religioso le pregunta a Jesús, me imagino al Señor diciéndole con una sonrisa, “¡Claro que sí, claro que sí! Estoy escuchando,” porque el Señor escucha a aquellos que son como niños.
Recordemos la Palabra que les dijo. “A menos que ustedes se conviertan y se vuelvan como un niño...” Allí está la clave, que se conviertan a mí y se vuelvan como niño. ¡Claro que sí! El Señor va a escuchar aquellas alabanzas. ¡Claro que sí! Él está perfeccionando en este tiempo la alabanza para silenciar al enemigo— para silenciar aquellas voces que están hablando que hay que callar la Iglesia, para que no se vea que el Señor está haciendo cosas maravillosas en este tiempo. Por eso quieren callar la iglesia, como le dijeron los religiosos cuando vieron los milagros que Él estaba haciendo, pero el Señor le dijo también a las aguas que se levantaron, “Calla, enmudece.” Y las aguas retrocedieron y le obedecieron. ¡Alabado sea el Señor!
Hoy más que nunca, tenemos que elevar la voz en alabanzas al Señor, para silenciar al enemigo porque solo allí está la fortaleza. ¿Quién puede callar a una mujer enamorada? ¿Quién puede callar a un enamorado? ¡Bendito nuestro Dios que nos ha llamado y nos ha enamorado de Él! ¡Claro que sí, el Señor nos está escuchando! ¡Amén!
2 Crónicas 20:21, “Después de consultar con el pueblo, Josafat designó a los que irían al frente del ejército para cantar al Señor y alabar el esplendor de su santidad con el cántico: «Den gracias al Señor; su amor perdura para siempre». Tan pronto como empezaron a entonar este cántico de alabanza, el Señor puso emboscadas contra los amonitas, los moabitas y los del monte de Seír que habían venido contra Judá, y los derrotó.”
El rey Josafat estaba siendo invadido por los enemigos, y vemos que él consulta con el Señor, cómo va a salir de esta situación tan difícil. Cuantas veces se nos presentan situaciones difíciles, en las cuales no sabemos cómo afrontarla o qué decisión tomar. Pero lo primero que hacemos muchas veces es buscar ayuda en otro lado. El pueblo tenia a Dios, pero también tenía ídolos. Dice la Palabra que adoraban a Dios pero al mismo tiempo adoraban a sus ídolos. Por eso el pueblo fracasaba muchas veces y es lo que hoy está sucediendo. Y el Señor está diciendo al pueblo que se decida: “Si Yo soy tu Dios, sígueme a mí y si baal es tu dios síguelo a él.”
El Señor le muestra al rey lo que tiene que hacer. Y llama al frente a los sacerdotes con sus vestiduras sagradas alabando el esplendor del Señor. ¿Dónde están hoy esos sacerdotes que están marchando al frente, con las vestiduras sagradas que El Señor ha provisto al pueblo santo, que escogió como Real Sacerdocio para anunciarle a las tinieblas que ha llegado la Luz, que llegó el que lo venció, que llegó el que lo humilló y lo desarmó, y que la Iglesia es la encargada de darlo a conocer? Porque hemos sido escogidos para alabanza de su gloria. ¡Alabado nuestro Dios!
Y dice que tan pronto empezaron a entonar alabanzas, el Señor comenzó a poner emboscada y el enemigo se confundió.
¿Pero, por qué muchas veces, no es el enemigo el que está confundido, sino el pueblo de Dios? Talvez ha de ser que no vamos a consultar con Él, sino que en nuestras propias fuerzas queremos pelear. Dice la Palabra, “maldito el hombre que pone su confianza en el hombre y aparta su corazón del Señor, no se dará cuenta cuando llegue el bien.” ¡Aleluya! Pero, “bendito el confía en el Señor... siempre sus hojas estarán verdes,” y aunque vengan tiempos de dificultad, no teme porque el Señor es su ayuda. Hoy nuestro corazón está confiado en el Señor. Por eso no tememos. Él es nuestra ayuda en cada situación adversa y así como este rey obedeció al Señor y vio la derrota de sus enemigos, así también nosotros estamos viendo y veremos derrotados a nuestros enemigos porque el Señor así lo ha prometido.
Este rey consultó al Señor e hizo tal como le mostró. ¡Que increíble lo que nuestro Dios hizo y sigue haciendo, sorprendió y destruyó al enemigo! Porque su nombre es imponente en toda la tierra, porque nadie es más poderoso que nuestro Dios, porque Él es Dios Soberano en toda la tierra, porque Él lo hizo todo. ¡Aleluya!
Verso 26, “El cuarto día se congregaron en el valle de Beracá, y alabaron al Señor; por eso llamaron a ese lugar el valle de Beracá, nombre con el que hasta hoy se le conoce.”
Beracá, en el hebreo significa: “Bendición o alabanza.” Y se le llamó así, al lugar donde Josafat vio la destrucción de sus enemigos sin necesidad de él mover su mano. ¿Cuantos podemos hoy alabar al Señor por sus obras en favor de los que le creen?
Allí donde el enemigo ha querido destruir, allí donde ha venido con sus ejércitos, allí mismo entonemos alabanzas al Señor— allí es el lugar perfecto para bendecir al Señor. Sí, en medio de esa circunstancia alabamos al Señor, allí mismo está nuestro valle de bendición porque antes de que podamos ver la victoria, el Señor ha derrotado al enemigo. ¡Gloria al Señor!
¿Cuántos le pueden decir hoy “amén” a su Palabra? Allí habrá una gran victoria. Beracá es nuestro valle para bendecir al Señor.
¡Claro que sí! Allí está el Señor, escuchando a su pueblo y destruyendo al adversario y al rebelde, destruyéndolo por medio de aquellos que levantan una fortaleza en medio de la alabanza hacia Él, destruyendo aquellos enemigos que vienen en contra de su pueblo. Glorifiquemos al Señor porque sus misericordias son para siempre ¡Aleluya!
Isaías 43:21, “Al pueblo que formé para mí mismo, para que proclame mis alabanzas.”
Si llegamos a entender el privilegio que tenemos, que Dios nos formó para Él mismo, que somos hechura suya, que nos llamó pueblo Santo, apartado para Él, y que tenemos en Él una identidad nueva— una identidad que dice “Hijos de Dios” para Él. Entonces sabremos que cada victoria que ha venido y que vendrá es por el poder de nuestro Dios y que somos solamente vasos para contener ese poder. Es el Señor que da la victoria. ¡Gloria a nuestro Dios!
Esta Palabra proclamar significa: “Decir una cosa en voz alta y públicamente.”
¿Por qué tenemos que callar? Dios nos escogió para Él, para proclamarlo, para decirlo en voz alta y públicamente. Este fue el propósito de Dios de crear al hombre, que el hombre demostrará con su propia vida la magnificencia y gloria de nuestro Padre, y reconocer los méritos y cualidades y poder y misericordia de nuestro Dios. ¡Bendito sea!
Usted que está escuchando, usted ha sido escogido para gloria y alabanza de su nombre. Talvez ha estado en silencio creyendo que Dios no lo escucha, pero hoy el Señor dice que Él ha levantado su perfecta alabanza como una fortaleza contra los que quieren silenciar su Iglesia, y usted es la Iglesia. Así que hoy cada uno de los que escuchan, somos pueblo escogido, real sacerdocio, nación santa para proclamar sus maravillas, para ser testigos de lo que Dios hace— ¡alabado sea nuestro Dios! Con nuestra vida nosotros damos testimonio y alabamos al Señor, y allí se levanta esa fortaleza que nos cubre porque el Señor lo ha prometido. ¡Bendito, bendito nuestro Dios!
Oremos y démosle gracias, por el gran privilegio de crearnos como seres débiles, pero que en Él y solo a través de El recibimos esa fortaleza, para callar al adversario.
Padre Santo que estas en el cielo, tú lo llenas todo, el cielo está lleno de tu gloria, la tierra está llena de tu gloria y tus hijos hoy proclamamos que tú eres El Soberano, que tu nombre es Imponente en toda la tierra. Has hecho que brote la alabanza de los que son como niños. Allí fundaste tu fortaleza, y por eso hoy nosotros— tu pueblo— te damos gracias por todo lo que has hecho. Padre Santo, te bendecimos, te amamos, te glorificamos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén y amén.